CANCIÓN DEL DÍA Y DE LA NOCHE : Poesía escogida / José Luis Hereyra Collante ; prólogo de Miguel Iriarte.
Tipo de material: TextoIdioma: Español Series Colección PoesíaEditor: Sincelejo : Editorial Cecar, 2021Fecha de copyright: ©2021Descripción: 319 páginas ; 23 cmTipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenISBN: 9786287515031 (impreso); 9786287515048 (digital)Tema(s): Poesía colombiana | Literarura colombiana | Amor en la literaturaClasificación CDD: 861.6 Recursos en línea: Haga clic para acceso en línea Resumen: Esta edición abre con cuatro prólogos que iluminan, cada uno a su modo, diferentes aspectos histórico-biográficos, así como significados expresos y latentes de sus poemas, y nos ofrece enseguida el encuentro con 22 de los poemas más certeros de su trabajo poético, recogidos en el libro Memoria no inicial publicado en 1985, y en los que resulta imposible no volverse a detener en textos como el mismo “Memoria no inicial”, “Los amantes”, “Abandono”, “Relato de la ausencia”, “Flea Market” y “Pradera de caderas”, entre otros. Poemas para recordar y celebrar la fundación de una voz que esta antología entrega para la posteridad. Les siguen a esos, textos de grata recordación también, como los recogidos esta vez en su segundo libro titulado Esquina de seis (1989), en los que Hereyra nos regala poemas que patentizan el crecimiento de su estatura poética en piezas como “Hombre”, “Balada de este fuego”, el poema en portugués dedicado a la genial cantante brasilera Elis Regina, “Esquina de seis”, “Sin saber si pez a última boca”, “Fluido grueso” y “El origen”, en los que con la misma voz dice el mismo y otro canto y la construcción de sus versos y la articulación de sus ritmos se ratifican y varían al mismo tiempo. Un tercer momento de esta antología lo constituyen la selección y organización de unos poemas datados también en 1989 y recogidos en el libro Direcciones del cielo, pero que son textos que si bien comparten calendario con los anteriores son menos conocidos que aquellos y muestran una su-cesión de pasos distintos en el quehacer del poeta que le sirven para reafirmar una manera de concebir lo poético y de seguirlo diciendo de una manera personal. De esta selección no puedo dejar de mencionar logros como “Direcciones del cielo”, “Deslumbrar del descanso”, “Traslación de lo rosado” y “Quilla rota”. Le siguen los poemas de un libro cuyo título ha sido siempre para este lector algo al mismo tiempo fascinante y misterioso, se trata de Kilimanjaro, corazón helado (2000). En este cuarto momento de la antología quedan redondeadas en su logro las maneras poéticas que Hereyra ya venía desarrollando desde sus poemas iniciales, en los que la voz de largo aliento, el espíritu altamente lírico de su evocación poética, pero desarrollado en una especie de épica sensible del relato, crea una conjunción de atmósferas que se entrecruzan y envuelven el poema en una estética que es, desde luego, una retórica iluminada y que Hereyra ya ha naturalizado en su poesía. Prueba de ello son los textos: “Danzas con las que siempre retornarán las estaciones”, “Viento que corre desde el sur sobreviviente”, “Cante jondo de la oscura guitarra viva”, “Arco ritual del sonido inicial desaparecido en intencionales labios androfágicos”, entre otros. Y cierra la antología una quinta selección, esta tal vez más numerosa en poemas que las de las anteriores partes, pertenecientes estos al libro Casa de luz (2016), en donde encontramos la voz del poeta más reposada en su canto, con una vibración vital que no es la del delirante canto de Odín, sino una entonación aplicada en versos de fuerza contenida y dolorosa y de memoriosos recuerdos familiares y amistosos que nos invitan a descubrir en la sensibilidad del poeta la sabiduría inapelable del que se conoce en sus adentros gracias a los instrumentos de navegación interior que la poesía nos presta, y Hereyra nos lo ofrece en un acto que tiene mucho de honorable entrega sacrificial. Me quedo y exalto para mi propia íntima consumación textos como los que el poeta ha titulado “Circos de muerte”, “Canción de la lluvia nocturna”, “Santa Marta”, “Casa de luz”, “Riohacha 12 meridiano”, “Invocación desde el abismo”, “Olvidarás la afrenta de las encinas que amaste” ... Gracias al poeta Hereyra por invitarnos con esta antología a acercarnos y a estar alrededor de esta celebración profunda de su palabra. Excelente oportunidad para seguir poniendo las cosas en su orden cuando se trata de buscar la poesía entre las voces que ya están en nuestra memoria colectiva, pero que reclaman también el recuerdo futuro del que está en la obligación de conocerlos y llevarlos como una lámpara encendida a sus propias zonas de tinieblas, como lo hace toda gran poesía. El texto.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Copia número | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Obras de Literatura | Biblioteca Central | 861.6 H543c 2021 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej. 1 | Disponible | 35283 | |
Obras de Literatura | Biblioteca Central | 861.6 H543c 2021 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej. 2 | Disponible | 35284 |
Incluye datos biográficos del autor.
Esta edición abre con cuatro prólogos que iluminan, cada uno a su modo, diferentes aspectos histórico-biográficos, así como significados expresos y latentes de sus poemas, y nos ofrece enseguida el encuentro con 22 de los poemas más certeros de su trabajo poético, recogidos en el libro Memoria no inicial publicado en 1985, y en los que resulta imposible no volverse a detener en textos como el mismo “Memoria no inicial”, “Los amantes”, “Abandono”, “Relato de la ausencia”, “Flea Market” y “Pradera de caderas”, entre otros. Poemas para recordar y celebrar la fundación de una voz que esta antología entrega para la posteridad. Les siguen a esos, textos de grata recordación también, como los recogidos esta vez en su segundo libro titulado Esquina de seis (1989), en los que Hereyra nos regala poemas que patentizan el crecimiento de su estatura poética en piezas como “Hombre”, “Balada de este fuego”, el poema en portugués dedicado a la genial cantante brasilera Elis Regina, “Esquina de seis”, “Sin saber si pez a última boca”, “Fluido grueso” y “El origen”, en los que con la misma voz dice el mismo y otro canto y la construcción de sus versos y la articulación de sus ritmos se ratifican y varían al mismo tiempo. Un tercer momento de esta antología lo constituyen la selección y organización de unos poemas datados también en 1989 y recogidos en el libro Direcciones del cielo, pero que son textos que si bien comparten calendario con los anteriores son menos conocidos que aquellos y muestran una su-cesión de pasos distintos en el quehacer del poeta que le sirven para reafirmar una manera de concebir lo poético y de seguirlo diciendo de una manera personal. De esta selección no puedo dejar de mencionar logros como “Direcciones del cielo”, “Deslumbrar del descanso”, “Traslación de lo rosado” y “Quilla rota”. Le siguen los poemas de un libro cuyo título ha sido siempre para este lector algo al mismo tiempo fascinante y misterioso, se trata de Kilimanjaro, corazón helado (2000). En este cuarto momento de la antología quedan redondeadas en su logro las maneras poéticas que Hereyra ya venía desarrollando desde sus poemas iniciales, en los que la voz de largo aliento, el espíritu altamente lírico de su evocación poética, pero desarrollado en una especie de épica sensible del relato, crea una conjunción de atmósferas que se entrecruzan y envuelven el poema en una estética que es, desde luego, una retórica iluminada y que Hereyra ya ha naturalizado en su poesía. Prueba de ello son los textos: “Danzas con las que siempre retornarán las estaciones”, “Viento que corre desde el sur sobreviviente”, “Cante jondo de la oscura guitarra viva”, “Arco ritual del sonido inicial desaparecido en intencionales labios androfágicos”, entre otros. Y cierra la antología una quinta selección, esta tal vez más numerosa en poemas que las de las anteriores partes, pertenecientes estos al libro Casa de luz (2016), en donde encontramos la voz del poeta más reposada en su canto, con una vibración vital que no es la del delirante canto de Odín, sino una entonación aplicada en versos de fuerza contenida y dolorosa y de memoriosos recuerdos familiares y amistosos que nos invitan a descubrir en la sensibilidad del poeta la sabiduría inapelable del que se conoce en sus adentros gracias a los instrumentos de navegación interior que la poesía nos presta, y Hereyra nos lo ofrece en un acto que tiene mucho de honorable entrega sacrificial. Me quedo y exalto para mi propia íntima consumación textos como los que el poeta ha titulado “Circos de muerte”, “Canción de la lluvia nocturna”, “Santa Marta”, “Casa de luz”, “Riohacha 12 meridiano”, “Invocación desde el abismo”, “Olvidarás la afrenta de las encinas que amaste” ... Gracias al poeta Hereyra por invitarnos con esta antología a acercarnos y a estar alrededor de esta celebración profunda de su palabra. Excelente oportunidad para seguir poniendo las cosas en su orden cuando se trata de buscar la poesía entre las voces que ya están en nuestra memoria colectiva, pero que reclaman también el recuerdo futuro del que está en la obligación de conocerlos y llevarlos como una lámpara encendida a sus propias zonas de tinieblas, como lo hace toda gran poesía. El texto.
Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana
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